Donostia. Fattori ofreció recientemente una charla en el centro Cristina Enea, en el marco de las jornadas Hidrologikak.
¿Se puede privatizar el agua?
El
agua es un bien común y los
privatizadores no
dicen
que
van
a
privatizar el
agua, la lluvia o los ríos. Privatizan los
servicios
públicos unidos a este bien. Pero como hoy día no vamos al río a por
agua, se pueden privatizar otros aspectos como la
potabilización, el
suministro, etc.
¿Qué desventajas tienen los modelos privados?
Plantean muchísimos problemas. Las
tarifas aumentan, porque
también deben generar beneficios económicos. Las inversiones reales en
las infraestructuras se cortan para optimizar las ganancias, porque en
general las instalaciones son públicas y las
empresas prefieren no
gastar mucho cuando saben que tienen una licencia de 25 años. También se
da una introducción del
trabajo precario, porque los contratos se
externalizan.
¿Qué implicaciones ambientales lleva consigo todo esto?
No hay tutela del bien de la naturaleza, porque el capital
privado quiere ganar más dinero y el
agua se convierte en
mercancía.
Cuanta más mercancía vendas, mejor. Esto va en contra de garantizar la
calidad del
agua y su
suministro.
Usted es uno de los fundadores del Foro Italiano del Movimiento por el Agua. ¿Cómo surgió?
El Forum se creó en 2006 y, un año más tarde, habíamos escrito
una iniciativa legislativa popular sobre este tema, porque pensamos que
los movimientos sociales, más allá de la denuncia, también deben
realizar propuestas. La nuestra iba más allá de reconocer el
agua como
bien
público, sino que pedíamos un modelo participado por la
sociedad.
Aquella propuesta no prosperó.
Conseguimos 500.000 firmas de apoyo, uno de los récords de
iniciativas de este tipo en Italia. Pero con la llegada al poder de
Berlusconi, la ley se quedó apartada en los cajones del Parlamento.
Hasta que Berlusconi presentó un proyecto de ley que obligaba a los
municipios a privatizar parte del
servicio público del
agua.
¿Cómo consiguieron parar los planes del Gobierno?
Empezamos a recoger firmas para hacer un referéndum contra la
ley, una medida que posibilita la Constitución italiana. Teníamos que
recoger 500.000 firmas con su respectiva documentación y llegamos a los
1,4 millones. ¡Un récord absoluto para un referéndum! El quórum
necesario de la votación era del 50% de los italianos y también lo
conseguimos. El 96% dijo que no a la privatización y a los beneficios
privados en el manejo del
agua.
¿Por qué siguen vigentes su reivindicaciones?
Ahora, en un momento de crisis, el gran capital busca áreas de
inversión económica segura donde hacer beneficios parasitarios. Es el
caso del
agua, porque los ciudadanos no pueden vivir sin ella; si tienes
menos dinero puedes dejar de comprar un nuevo móvil pero tienes que
seguir tomando
agua. En este momento hay una presión muy grande de las
multinacionales -las dos más grandes son de Francia, Veolia y Suez- por
entrar en la
gestión de estos
servicios públicos.
Con otras organizaciones, han creado recientemente la
Red Europea de Defensa del Agua Común. ¿En qué países hay riesgo de
privatización?
En muchos países de Europa, también en España. En Francia el
suministro está privatizado desde hace muchos años, pero últimamente
vemos decisiones contrarias. Por ejemplo,
París ha
remunicipalizado todo
el
servicio del
agua y han prescindido de las
empresas privadas. Ahora
el modelo es muy bueno, con la participación popular; se están ahorrando
30 millones de euros cada año, que se invierten de nuevo en el
servicio. Ha pasado lo mismo en Grenoble, así como en Nápoles (Italia).
¿Y en España?
En países como Bélgica, Holanda o Suiza, el
suministro es
público en todo el país. En otros como en España, Italia y Alemania es
mixto. En algunas ciudades la
gestión es privada y en otras es pública
con participación ciudadana. Sevilla es uno de estos últimos, con un
modelo participativo y muy eficaz socialmente.
¿Existe agua suficiente hoy día para garantizar el suministro para los ciudadanos?
Sí porque técnicamente el
agua es una
fuente inagotable,
porque está en un
ciclo cerrado. El
agua no se va al espacio. Pero
también puede ser finito porque la estamos
contaminando y disminuye la
cantidad de agua disponible para los usos humanos... Estamos saqueando
del suelo, los
acuíferos... No estamos respetando el
ciclo del
agua.
Tenemos que cambiar de modelo.
Una razón más para cambiar el rumbo de la sociedad.
Pensar en otro modelo de hacer agricultura, porque no puede
ser el modelo industrial de los grandes cultivos para la exportación. Se
trabaja mucho el tema de la soberanía alimentaria, una producción más
local y sostenible. También la industria no se puede basar en la
obsolescencia programada, porque de esta manera se producen productos
industriales con un gran costo de
agua. Debemos cambiar el modelo
industrial, los productos deben durar más, reducir la cantidad de
materia física... El
agua se conecta con la idea de qué futuro queremos.
Hoy día, el mundo de las finanzas es el tótem y el resto gira
alrededor. ¿No debería ser la vida y el medio ambiente lo más
importante?
¿Qué diría a quien piensa que Euskadi no es parte del problema porque no hay problemas de suministro?
He oído decir que existen grandes obras proyectadas. El
ciclo
del agua es muy complicado. Hay que cuidarlo, porque no es solo la
cantidad, sino también la calidad. En Italia, unas obras de TAV en un
área con mucha
agua (Toscana), ahora es un desastre, porque se
destruyeron los ríos subterráneos y hay áreas que se secaron. También es
necesario tener un pensamiento universal, porque el
agua es un bien
común de la humanidad. Hay millones de personas en el mundo que no
tienen acceso al
agua potable y la privatización que los países del
Norte impulsan en el Sur es uno de los motivos por los 25.000 personas
mueren al día por no tener acceso al
agua.
Entrevista realizada y publicada por:
noticiasdegipuzkoa.com