artículo publicado originalmente en abusospatronales.es
Lo reproducimos aquí porque nos parece un completo resumen de lo que está pasando en la depuradora.
El comienzo de mi despido se remonta a septiembre de 2010, cuando me
negaron reincorporarme a mi puesto en la depuradora de aguas residuales
de Mazarrón, Murcia, tras una excedencia de la que hablaré más adelante.
Pero primero me gustaría situar al lector en el ambiente que rodea esta
triste historia:
EDAR de Mazarrón |
Como bien sabemos en la CNT, el grupo empresarial de Esther
Koplowitz, FCC, (propietario a su vez de Aqualia) ya ha protagonizado
mas episodios de persecución contra la actividad de la Anarcosindical en
sus empresas. En Zaragoza han tenido que readmitir a dos delegados
sindicales por despido nulo. También su filial Flightcare ha intentado
sin éxito impedir la lucha sindical de nuestros compañeros de
Barcelona. En cuanto a Facsa, diremos que es también filial de otra
constructora, el Grupo Gimeno, de Castellón. Facsa ha ido poco a poco
abriéndose su hueco en esto de las contratas del agua privatizada,
comenzando por Levante donde domina casi todo y llegando cada vez más
lejos, con contratos en Aragón, Rioja, incluso Toledo capital. En
cuanto a su actividad antisindical no teníamos noticias, hasta ahora,
pero entre los trabajadores de la planta ya lo ha hecho saber la propia
empresa, donde reconoce sin tapujos que sigo en la calle por mi militancia sindical.
Lo cierto es que yo tampoco había sido especialmente combativo en el
trabajo, no había sección sindical, aunque con frecuencia intenté con
mis compañeros de trabajo hablar de la CNT y de nuestra forma de luchar,
y de lo interesante que sería que se afiliaran y montar la sección,
pero sin éxito. Sí que hubo bastante tensión en algunos momentos en
materia de seguridad, al negarme a realizar determinadas tareas en
condiciones de toxicidad por gases, ya que el sulfídrico en muchas
ocasiones superaba los límites legales multiplicando su concentración
por 10 ó mas, algo que puede llegar a ser mortal. Aun así, en esos
casos, mi actitud era dialogante y de buscar soluciones, no de
enfrentamiento. Visto el panorama, decidí pedir un año y medio de
excedencia, para probar suerte fuera, pero la crisis ya estaba en pleno
apogeo y no conseguí un trabajo estable, por lo que informé a Aqualia
de mi intención de reincorporarme lo antes posible. Aqualia estaba
terminando su contrato de gestión de la depuradora, y dada su pésima
actuación no tenía muchas posibilidades de renovar, por lo que no quería
delante a un sindicalista que podía entorpecer su vergonzante retirada.
Contestaron que de momento no era posible, que mi puesto estaba
amortizado (eso significa que aunque mi plaza no la ocupaba nadie se
apañaban con uno menos). Entonces mi sindicato intervino abiertamente,
enviando escritos a la empresa y a las administraciones responsables de
esta situación: Ayuntamiento, Consejería de agricultura y Aguas, Esamur
(Entidad regional de saneamiento y depuración). Cuando llegó la subasta
de la depuradora, Aqualia perdió -como era de esperar- y entró Facsa, a
la que tanto yo como el Sindicato informamos de la situación e invitamos
a solucionarlo cuanto antes. En este traspaso de empresas, Aqualia
despidió también a la analista de la planta, a otro trabajador ya
retirado por razones de salud, al jefe de planta y a otro obrero de otra
instalación, intentando así ahorrarse la indemnización de éste último.
Puerto de Mazarrón, verano 2011 |
Facsa ha readmitido a la analista, el otro currante ha vuelto a
Aqualia, y el que estaba jubilado naturalmente sigue como está, es decir
que el único obrero que sigue en la calle soy yo. El jefe de
planta es otro caso, ya que como jefe no se subroga, es personal de la
empresa y no de la planta, es en parte culpable de esta situación (y así
se lo agradecen...Roma no paga traidores) aunque está negociando para
acabar sus días en el ayuntamiento. (Después de publicarse este artículo hemos descubierto que el jefe en cuestión también ha sido readmitido por Aqualia) Este hecho ha calado hondo entre los
demás trabajadores de la planta, que comentan entre ellos que si el
compañero no trabaja en la depuradora es por meterse en líos de
manifestaciones, carteles etc... Se celebró un juicio y el testigo que
llevé (ex compañero de trabajo, sindicalista de UGT y actual concejal de
servicios urbanos), llegado el momento declaró en mi contra, para
sorpresa de casi todos, incluido el juez, que no daba crédito a lo que
estaba oyendo. Después me enteré de que, además de la relación que tiene
con las dos empresas por su cargo en el ayuntamiento, había conseguido
meter a su hijo a trabajar en Aqualia. Con este ¿impagable? testimonio,
el juez sentenció que no estaba probada la represión antisindical, y que
tampoco me habían despedido, sino que continuaba en espera de que la
empresa tuviera una vacante disponible, de similar categoría a la mía,
plaza para la que yo conservaría un derecho preferente. Facsa se
mostró de acuerdo, y se comprometió a hacerlo, pero cuando tuvo
necesidad de un nuevo trabajador contrató a otro, como era de esperar.
Nueva denuncia y a la espera de juicio. A pesar de que se lo hemos
preguntado formalmente, no han querido explicar por qué han incumplido
su palabra. Así hemos llegado hasta ahora. Cuento con el incondicional
apoyo de mi sindicato, que ha demostrado su solidaridad a lo largo de
todo el país, concentrándose a las puertas de las empresas, pegando
carteles, convocando manifestaciones, repartiendo panfletos, intentando
negociar con las dos empresas una salida justa, que no es otra que mi
readmisión. El ayuntamiento me dice a mí una cosa pero luego hace otra,
tienen miedo de que las empresas les consideren su enemigo, mientras
que la suerte de una familia del pueblo no les dice nada, ni la falta de
libertad en el seno de una instalación pública como es la depuradora de
aguas residuales.
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