La Asociación de Vecinos aportará los análisis como prueba en la denuncia que prevé presentar ante la conselleria balear de Salud por la pésima calidad del agua que suministra Aqualia
Texto y foto: diario de Ibiza |
Marta Marín, técnico de laboratorio de
Biofarma y bióloga, tomó ayer, a requerimiento de la Asociación de
Vecinos de Sant Jordi, sendas muestras de agua de dos viviendas y de un
restaurante para analizar la calidad del líquido que Aqualia suministra a
la parroquia. La notaria Berta Gollonet Delgado dio fe de que el agua
era recogida en las debidas condiciones y que correspondía a los tres
domicilios de Sant Jordi, dos de ellos en la calle Ginebra, en la
urbanización Jardins de Can Palerm, y el tercero en el restaurante Can
Sala.
La propia notaria dijo que ya conocía la pésima calidad del
agua que estaba siendo sometida a la prueba, pues su despacho y su
vivienda están en el mismo Sant Jordi: Solo sirve para fregar. Doy fe
de que a simple vista su calidad es malísima, dijo esta granadina que
ejerce de notaria en Sant Josep desde hace cuatro años.
Los
vecinos han optado por realizar esos análisis y que sirvan como prueba
en la denuncia que prevén presentar ante la conselleria balear de Salud
por la mala calidad del agua que reciben desde principios de
octubre. El Consistorio decidió en esa fecha iniciar las obras del
depósito de ses Eres, de manera que dejó de abastecer a los vecinos con
el agua que potabilizaban dos desaladoras portátiles. Según algunos
análisis previos, contiene hasta 21 veces más de sal que lo que la ley
estipula para que sea considerada apta para el consumo. En principio,
las obras durarán hasta el 20 de diciembre, según anunció la alcaldesa,
Neus Marí.
La técnico recogió las muestras en frascos de 500
mililitros. Previamente limpió con alcohol los grifos o la manguera,
según el caso, de donde sacó la muestra. Como el análisis será químico
y, además, microbiológico, los resultados no estarán listos hasta el
jueves o el viernes.
Una de las casas donde se recogieron las
muestras es la de Fernando Yllera y María Jesús Riera, que se ven
obligados a recoger el agua de lluvia en bidones para poder regar su
jardín. En Can Sala han tenido que instalar un enorme depósito de agua
para poder seguir trabajando, ya que la corriente les dañaba todos los
electrodomésticos y menaje.
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