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sábado, 24 de septiembre de 2011

Atajo de canallas

Un extraño en su propia casa. El inquilino de la Casa Blanca ha sido expulsado de su residencia con cajas destempladas. Como lo oyen. Barack Obama llegó ayer a la Casa Blanca después de un viaje a Nueva York y no le dejaron entrar. Al parecer, nadie en la mansión presidencial reconoció al mandatario que fue zarandeado por los policías que custodiaban la puerta y expulsado de la entrada como si fuera un criminal, un loco o un terrorista. Tratando de mantener su ya legendaria compostura, el Premio Nobel pidió entonces que se avisara a los miembros de su gabinete, petición que también le fue denegada. Dio la casualidad de que uno de esos miembros accedía a esa hora al recinto y ante la sorpresa del presidente, también dijo no reconocerle, dicho lo cual ingresó en la residencia. Lo mismo pasó con varios viandantes y turistas que circulaban por la puerta de la Casa Blanca y a los que Obama pidió auxilio rogando: “ayúdenme a recuperar mi casa, soy el presidente, vivo aquí desde hace años, éste es mi sitio, ¿es que nadie me reconoce?”. La respuesta fue unánime: no, nadie le reconocía.
Desesperado y exhausto, Barack Obama empezó a gritar el nombre de su mujer y sus hijas a través de la verja de la residencia. Alertadas por los gritos, la mujer del presidente y sus retoños salieron a la puerta a ver qué sucedía. Y cuál fue la sorpresa de Obama cuando vio que ni ésa era su señora, ni las niñas, sus hijas. De hecho, ni siquiera eran niñas y mucho menos, negras. Eran dos robustos mocetones rubicundos, mofletudos y sonrosados como un codillo de Baviera. Desde entonces, el ahora ex presidente de Estados Unidos se ha instalado en una pequeñísima franja de acera frente a la mansión presidencial donde está sometido a una fuerte vigilancia policial y a más de una carga violenta cuando se pasa de la raya. Aún así, Obama ha decidido resistir por lo que considera una expulsión injusta de su propia casa por parte de un recién llegado que se ha apropiado de todo lo que le pertenece por derecho propio. Cuentan las crónicas que Obama tiene el rostro tan demudado que ahora hay quien le confunde con Michael Jackson. Él insiste en reclamar que se reconozca su identidad, sin suerte hasta el momento. Ya ni siquiera quiere que se le reconozca como presidente. Se conforma con que alguien reconozca que es Barack Obama.
viñeta mundosholograficos.blogspot.com
Curiosamente, este inexplicable suceso tiene lugar unas horas después de que el Premio Nobel de la Paz hiciera su intervención en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York donde rechazó la petición del pueblo palestino de ser reconocido como un Estado y entrar como tal en la ONU. “No podemos buscar un atajo a la paz”, dijo el entonces reconocido presidente y Premio Nobel, ahora un Don Nadie, quien se olvidó de que las Naciones Unidas ya pidieron la retirada de Israel de los territorios ocupados y reconocieron el derecho de los palestinos a constituirse como Estado en 1967. El atajito se ha prolongado 44 años porque un atajo de canallas no cumplen ni obligan a Israel a cumplir esa resolución. La buena noticia es que ahora Obama tendrá tiempo para reflexionar sobre todo ello mientras dormita en la acera a pocos metros de su casa. 
Última hora: El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no encuentra el camino de vuelta a su casa desde Nueva York al intentar tomar un atajo y se pierde durante 44 años. La Academia Sueca de Estocolmo retira a Obama el Premio Nobel de la Paz. “No reconocemos en ese señor al hombre al que le dimos el premio”, han declarado.


Extraído del programa CARNE CRUDA, de RADIO3

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